En estos tiempos que corren donde el cortoplacismo y el individualismo se han hecho protagonistas en la Sociedad a todos los niveles y que son, en mi opinión, enemigos de la búsqueda de soluciones ante los problemas sociales y en particular, de nuestro sistema judicial (en estos momentos agravada por la huelga de los Letrados de la Administración de Justicia), urge levantar la cabeza y reflexionar sobre cómo estamos enfocando el ejercicio profesional de la Abogacía y cómo estamos impactando con nuestra labor.
La inmensa mayoría de los profesionales de la abogacía trabajamos en despachos pequeños e, incluso individuales, donde el abogado/a debe hacer de todo. Eso conlleva un estrés que afecta a la salud mental de la profesión, no digamos ya a la conciliación familiar y personal o a compatibilizar todo eso con la productividad ante el acecho incesante de la denominada abogacía “low-cost”. De estos problemas, ya se han hecho eco a través de varios Informes, tanto los Colegios de Abogados o la Fundación Mutualidad de la Abogacía o el propio Consejo General de la Abogacía Española.
La solución ha de pasar a corto plazo por la Inteligencia Artificial real (no solo automatismos) en el ejercicio profesional. No es otra cosa que utilizar esas herramientas para “COMPRAR TIEMPO”: tiempo para optimizar la productividad desde luego, pero sobre todo para conciliar y mejorar la salud mental en la profesión. Y para ello, es esencial contar con el apoyo institucional de la Administración de Justicia y también de los Colegios Profesionales o del Consejo General de la Abogacía Española, de tal manera que todos los abogadas/os puedan utilizar la Inteligencia Artificial de una manera fácil, rápida, intuitiva, con la formación necesaria y a un precio realmente accesible para todos. Si eso no se hace, se abrirá una brecha aún mayor entre los grandes y medianos despachos dotados de enormes recursos, de la abogacía pequeña (y muy mayoritaria). Y a nivel formativo ir ofreciendo docencia en estas tecnologías en los Grados y Másteres, de forma práctica, con casos similares a los reales.
Pero es que, además, hay que salir de la zona de confort. Pienso que tenemos una profesión que puede hacer mucho más por la Sociedad: falta compromiso en Justicia Social, en Justicia Restaurativa, en Mediación Penal y Penitenciaria, etc. Si logramos de la mano de la tecnología “comprar tiempo”, viviremos mejor, podremos impactar positivamente en nuestra Sociedad y ser un modelo para otras profesiones, a quienes podemos apoyar siempre.
Finalmente, falta mayor cultura de Asociacionismo Profesional como en otros países, más colaboración entre profesionales, salir a los Estados miembros de la Unión Europea, ver qué hacen, adaptar modelos y formas de trabajo que sean positivas.
Una nueva abogacía es posible si todos colaboramos y nos comprometemos. Integrando y juntos, somos más.
ARTICULO PUBLICADO EN LA REVISTA CONECTADOS DEL GRUPO CEF UDIMA
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Ignacio Estradé
Fundador de Estradé Abogados
Abogado y Mediador