Hace unas semanas un abogado amigo mío dijo “BASTA”. No podía más y tomó la dolorosa decisión de dejarlo por un tiempo indefinido. Es verdad que tenía un trabajo fijo alternativo, pero me consta su sueño de ser abogado, su lucha por ejercer y tener una visión humana de esta bonita profesión. Y tras años de estudios reglados, de especializarse, de sacrificar tiempo con su familia y con él mismo, dijo que llegaba hasta ahí. Y creo que todos conocemos algún caso de impacto emocional severo y de estrés.
No se trata de tener unas habilidades blandas, de trabajar la tolerancia a la frustración o tener una fortaleza mental. Es cuestión de estar recibiendo de forma constante y recurrente hechos, la mayoría ajenos a uno mismo, que van minando la moral de cualquiera: la falta de respeto en muchos juzgados es algo más que sabido, un Poder Judicial alejado de la digitalización real (es frecuente seguir viendo a abogados/as sacando fotos con su móvil a los expedientes o entrar en las Secretarías de los Juzgados donde el papel es el protagonista), o el tiempo que suelen demorarse en proveer escritos, o que al negociar con un Fiscal, el Juez no se salga de la Sala, etc.. Pero es que, además, nos encontramos con una Sociedad cada vez más individualista y donde el cortoplacismo es el rey de los negocios, algo a mi juicio contradictorio con el buen hacer profesional o el trabajo bien hecho.
Es un problema tan importante, que ya existen iniciativas de apoyo psicológico para la abogacía y sus familias, como la que ha puesto en marcha en Ilustre Colegio de Abogacía de Madrid o las que se están implementando en otros Colegios Profesionales. Pero esto llega de forma reactiva.
La solución pasa, de un lado, por mejorar la gestión, eficiencia y el trato de los Juzgados y, por otro lado, por promover la colaboración activa entre compañeras/os. El impacto del estrés no es el mismo en despachos con una estructura mediana o grande que un despacho de 1 o 2 profesionales, en donde uno se hace cargo de todo: parte comercial, marketing, preparar juicios, asistir a comisarías, visitar los lejanos Centros Penitenciarios o hacer los impuestos. Y para crecer se necesita estructura o mejorar la rentabilidad, algo nada sencillo por la competencia low cost que existe en esta profesión (y que comprendo dada la necesidad). Creo que cultivar y fomentar el colaboracionismo es una buena solución para crecer de forma sostenible, competir con estructura y tener tiempo para uno mismo. Solo así, se podrían evitar estos episodios tan tristes viendo a compañeros/as tomando la decisión de decir “no puedo más”.
Y recordemos que sin salud no hay nada. Defender los intereses de nuestros clientes requiere de estar lo mejor posible en todos los aspectos. Y aquí aprovecho para mandar un fuerte abrazo a todos los compañeros/as del turno de oficio que están luchando por la dignificación de su labor, algo que no debería ni discutirse.
Finalmente, para aquellos estudiantes de Derecho (Grado o Master) o quienes estén empezando, buscad compañeras/os abogados que os ayuden y apoyen, colaborad, cultivad la proactividad y sobre todo ser conscientes de que tener salud mental os ayudará a ser unos grandes profesionales del Derecho.
ARTÍCULO PUBLICADO EN LA REVISTA CONECTADOS DEL GRUPO CEF UDIMA
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